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Mujeres en la encrucijada: Huyendo de la guerra en Sudán hacia un futuro incierto en Sudán del Sur

Seis mujeres vestidas con largas túnicas caminan hacia un espacio abierto en el que aparece un gran árbol
Mientras Sudán del Sur se tambalea al borde de la guerra civil, decenas de miles de retornados y refugiados deben hacer frente a la falta de recursos, el desempleo crónico y la aterradora amenaza de la violencia sexual. © UNFPA Sudán del Sur/Levi Lubari
  • 09 de abril de 2025

ESTADO DEL ALTO NILO, Sudán del Sur – Mary Kak enhebra cuentas en un cordel, fabricando joyas que espera vender más tarde en un mercado de Renk, ciudad fronteriza del estado del Alto Nilo, en Sudán del Sur.

«Vendemos las cuentas que hacemos aquí y ganamos dinero con ello, pero lo más importante es la información y el intercambio de conocimientos sobre la violencia y otros peligros», explicó en un espacio seguro para mujeres y niñas gestionado por el UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas encargado de la salud sexual y reproductiva.

La Sra. Kak, de 55 años, abandonó su hogar en el estado del Alto Nilo hace más de 10 años para escapar de una inminente guerra civil. Pero en febrero del año pasado, esta madre de siete hijos se vio obligada a hacer el mismo viaje a la inversa cuando estallaron los combates en su nuevo hogar, Jartum, en el vecino Sudán. Con grupos armados patrullando las carreteras, tardó varios días en llegar a pie sabiendo que podría ser violada, atacada o asaltada. A pesar de ser una ruta larga y ardua, aseguró: «Era más seguro así».

Pero el regreso no ha sido fácil. Mientras Sudán del Sur roza de nuevo la guerra civil, ella y otros miles de retornados y refugiados deben hacer frente a la falta de recursos, el desempleo crónico y la aterradora amenaza de la violencia sexual.

 Con grupos armados patrullando las carreteras, tardó varios días en llegar a pie sabiendo que podría ser violada, atacada o asaltada.

Las recurrentes e incesantes crisis climáticas también se están cobrando un precio especialmente alto entre las mujeres y las niñas de Sudán del Sur. Con las escasas medidas de protección disponibles, corren el riesgo de ser obligadas a convertirse en trabajadoras sexuales o de ser víctimas de la trata o de agresiones sexuales cuando se aventuran lejos y a menudo solas en busca de comida, agua y trabajo.

La Sra. Kak, superviviente de violencia de género, buscó refugio en el espacio seguro donde recibió asesoramiento e información sobre cómo denunciar a su agresor.

Un nuevo comienzo

Una mujer con un pañuelo verde claro en la cabeza y una camiseta verde oscuro sonríe a cámara
Originaria de Sudán del Sur, la Sra. Kak huyó de Sudán en febrero del año pasado cuando estallaron los combates a su alrededor. © UNFPA Sudán del Sur/Levi Lubari

«Muchas supervivientes prefieren no denunciar los incidentes por miedo o por tabú», explicó Norin Nyanjang, oficial de proyectos del UNFPA. «Pero con la sensibilización de la comunidad y el conocimiento de los servicios disponibles, ahora denuncian los casos y toman iniciativas de prevención».

Para evitar posibles discriminaciones, a todas las mujeres y niñas de la zona se les ofrecen cursos de formación en repostería, tejido y joyería para que puedan sostenerse económicamente y rehacer sus vidas.

«Aquí estamos en un lugar seguro, todas juntas como una familia», comentó la Sra. Kak, que se mostró abierta a compartir su historia. «Cantamos, bailamos, reímos y lloramos juntas. No hay diferencias tribales: ni dinka, ni shiluk, ni nuer».

Salma Osman Ibrahim, de 28 años y madre de tres hijos, también regresó de Sudán a finales del año pasado y ahora hornea y vende zalabia (buñuelos) en un mercado de Renk. «Establecerme sin nada no ha sido fácil, pero gracias a la ayuda que recibí y a mis conocimientos de repostería gano unos 10 dólares al día», declaró al UNFPA.

Aquí estamos en un lugar seguro, todas juntas como una familia

En el espacio seguro, Salma recibió formación y una ayuda para poner en marcha su negocio. «Ahora puedo sonreír», afirmó la Sra. Ibrahim. «Esto me está ayudando mucho ya que puedo mantener a mi familia». También recibió apoyo psicológico e información sobre los servicios disponibles para supervivientes de violencia sexual; información que comparte con otras personas. 

Una crisis tras otra para las mujeres y niñas

Tres jóvenes fríen buñuelos en una sartén frente a una tienda de campaña
Salma Osman Ibrahim cocina y vende buñuelos en un mercado local de Renk tras haber aprendido el oficio y haber recibido ayuda inicial del UNFPA © UNFPA Sudán del Sur/Levi Lubari

Desde su apertura en 2024, unas 4.000 mujeres y niñas han acudido al espacio seguro de Renk, uno de los siete que gestiona el UNFPA en todo el país. El UNFPA también presta apoyo a cinco equipos sanitarios móviles y seis centros de salud en todo Sudán del Sur y sigue distribuyendo miles de kits de artículos esenciales de higiene y saneamiento para mujeres y niñas. 

Sin embargo, al menos dos espacios seguros tendrán que cerrar en mayo y se reducirán múltiples programas esenciales de salud sexual y reproductiva tras la interrupción de la financiación por parte de los Estados Unidos, hasta ahora uno de los mayores donantes de la labor del UNFPA en el país. Esto significa que miles de mujeres y niñas podrían perder el acceso a un asesoramiento psicológico y a una atención sanitaria vital; así como la oportunidad de adquirir nuevas habilidades.

Al menos dos espacios seguros para mujeres y niñas cerrarán en mayo tras la retirada de la financiación de los Estados Unidos

Para hacer frente a la crisis durante los próximos seis meses, el UNFPA necesita 8,8 millones de dólares, de los que sólo ha recibido 1,2 millones. «La protección y el empoderamiento de las mujeres y las niñas deben ser el foco de cualquier programa de paz y recuperación», afirmó recientemente la Dra. Natalia Kanem, Directora Ejecutiva del UNFPA, en una declaración sobre Sudán del Sur.

«Ante esta crisis, cada dólar importa, cada intervención cuenta y cada vida salvada es un paso hacia la paz».

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