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Un encuentro casual conduce a la atención materna crítica en la República Democrática del Congo

Un joven con camiseta blanca y mochila negra habla en la calle con una mujer embarazada que lleva un paquete en la cabeza
En el distrito de Kyeshero, en Goma, Chance Azina, que está embarazada, habla con Amani, un trabajador de extensión apoyado por el UNFPA en un centro de salud cercano. ©UNFPA RDC / Jonas Yunus
  • 04 de abril de 2025

PROVINCIA DE KIVU DEL NORTE, República Democrática del Congo – Chance Azina caminaba lentamente por las calles de Goma, en la provincia de Kivu del Norte, con el cuerpo agobiado por el calor y siete meses de embarazo. Al igual que muchas otras, intentaba mantener un cierto sentido de normalidad, a pesar de haber sido desplazada varias veces por la intensa violencia que asola la zona oriental de la República Democrática del Congo.

Lo que la Sra. Azina no sabía era que sin atención médica urgente, tanto su embarazo como el parto podrían tener consecuencias mortales.

A la vuelta de la esquina conoció a Amani, un trabajador comunitario en el centro de salud Kyeshero Christian Centre for the Light, que estaba hablando con transeúntes para crear conciencia sobre los servicios de salud reproductiva disponibles.

“Cuando me preguntó acerca de dolores de cabeza y dolor de piernas, me asusté, pues era exactamente lo que había estado sintiendo”, afirmó la Sra. Azina al UNFPA, la agencia de la @ONU_es para la salud sexual y reproductiva, que apoya al centro.

Rápidamente se sometió a un chequeo y recibió atención gratuita de parteras capacitadas y apoyadas por el UNFPA. “Sufría intensos dolores de cabeza y dolor en las piernas, pero no la había visto un trabajador de la salud desde el comienzo de su embarazo”, explicó Justine, una de las parteras. “Inmediatamente realizamos pruebas para descartar cualquier riesgo de preeclampsia”.

Había sido imposible recibir atención prenatal en medio de la violencia que ha obligado a cientos de miles de personas a huir aterrorizadas. Cuando su aldea de Kanihi, en el territorio de Masisi, fue atacada, en diciembre de 2024, la Sra. Azina y sus cuatro hijos caminaron más de 90 km para llegar al campamento de desplazados de Bulengo,  pero fueron desalojados cuando varios sitios que acogían a personas desplazadas fueron desmantelados por las fuerzas de la oposición en febrero. La familia, junto a miles de personas, se mudó a otro campamento, y finalmente una familia de acogida se ofreció a dejar que ella y sus hijos compartieran su pequeña habitación en Kyeshero. Desde que su esposo desapareció hace unos meses, ella ha enfrentado sola su frágil embarazo.

Una realidad compartida por miles de mujeres

Dos parteras en batas rosado brillante atienden a una embarazada acostada en una cama de hospital
En el centro de salud Kyeshero Christian Centre for the Light, de Goma, dos parteras apoyadas por el UNFPA examinan a la Sra. Azina para detectar cualquier señal de peligro relacionada con su embarazo. ©UNFPA RDC / Jonas Yunus

En la zona oriental de la República Democrática del Congo, el acceso a los servicios de salud reproductiva era escaso incluso antes de la última crisis, y el país tiene una de las tasas más altas de mortalidad materna . Hoy por hoy, en Kivu del Norte y Kivu del Sur, solo tres hospitales siguen funcionando, todos abrumados y carentes de suministros esenciales, personal, electricidad y combustible para ambulancias. Esto significa que muchas mujeres se ven obligadas a dar a luz en casa, sin ayuda.

 Ahora, en Kivu del Norte y Kivu del Sur, solo tres hospitales siguen funcionando, todos abrumados

Los informes muestran que menos de la mitad de las embarazadas pueden asistir al mínimo recomendado de cuatro visitas prenatales; y entre las que lo hacen, su primera visita suele llegar demasiado tarde para evitar complicaciones. s Aún menos son conscientes de signos de peligro, como tener bajo peso, anemia, hipertensión y fuertes dolores de cabeza, todo lo cual podría indicar complicaciones potencialmente mortales.

Antes de conocer a Amani, la Sra. Azina no sabía que el dolor que sentía podía costarles la vida a ella y a su bebé.

“Muchas mujeres sienten que ya no pueden recibir ayuda después de salir de los campamentos”, explicó la Dra. Solange N. Ngane, que trabaja con el UNFPA en Kivu del Norte. “Nuestros trabajadores comunitarios desempeñan un papel vital en la sensibilización y la orientación de las mujeres más vulnerables”.

El enfoque basado en la comunidad del UNFPA identifica, informa y remite a las embarazadas a los centros de salud asociados para consultas prenatales, planificación familiar y para tratar a las sobrevivientes de violencia sexual. Esto permite que la mayoría de quienes quedan atrás reconecte con el sistema de salud, incluso fuera de los campamentos de desplazados.

Una respuesta adaptada y sostenida

A health clinic is pictured with two cars outside and a number of people waiting in the foreground
El centro de salud de Goma, apoyado por el UNFPA, donde las mujeres desplazadas como la Sra. Azina pueden acceder a la atención de maternidad gratuita. ©UNFPA RDC / Jonas Yunus

Desde febrero de 2025, el UNFPA ha desplegado 120 parteras y 360 trabajadores comunitarios en toda Goma para garantizar servicios ininterrumpidos y reducir las muertes maternas y neonatales.

A medida que la Sra. Azina continúa sus chequeos regulares, está más consciente de los riesgos y dónde buscar ayuda en una emergencia. “Pensé que tendría que dar a luz sola, como las otras veces”, confesó. “No sabía que todavía había ayuda disponible, fue el joven que conocí en la calle quien me salvó la vida”.

La Sra. Azima es la prueba de que incluso cuando un conflicto arrecia, apenas una pequeña información o un oído dispuesto a escuchar pueden ser suficientes para salvar vidas. En todo el país, el UNFPA sigue aumentando la concienciación, proporcionando kits de salud reproductiva, fortaleciendo los sistemas de remisión para emergencias obstétricas y estableciendo espacios seguros para las sobrevivientes de la violencia de género.

Estados Unidos ha sido un donante crucial y generoso para estos programas, pero las recientes interrupciones de la financiación afectarán a unos 11 millones de personas, más de 3 millones solo en Kivu del Norte, ya que los socios se ven obligados a recortar las operaciones en lo que ya era una de las crisis más insuficientemente financiadas del mundo. Las clínicas móviles de salud también han sido suspendidas en varias áreas debido a la inseguridad, y los niveles más altos de hambre aguda registrados en el país significan que las mujeres y las niñas, especialmente las embarazadas y las nuevas madres, enfrentan amenazas aún mayores para sus vidas.

El UNFPA pide urgentemente 18 millones de dólares de febrero a agosto de 2025 para mantener intervenciones que salven vidas y proteger a las poblaciones más vulnerables de Kivu del Norte y Kivu del Sur.

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