Millones de personas de todo el mundo no pueden tener el número de hijos que quieren, ya sea porque desearían tener más, menos o ninguno.
El descenso de las tasas de fecundidad copa los titulares últimamente y, en demasiadas ocasiones, se culpa a las mujeres de estos cambios demográficos. Algunos gobiernos recurren a medidas drásticas para incentivar a las y los jóvenes a tomar decisiones relativas a la fecundidad que concuerden con los objetivos nacionales.
Sin embargo, la auténtica crisis estriba en que se socava la decisión reproductiva más trascendental que puede tomar un ser humano: si tener hijos o no, cuándo y con quién.
Análisis de los obstáculos que dificultan la libertad de elección
Con la colaboración de YouGov, el UNFPA llevó a cabo una encuesta en 14 países para averiguar si los participantes tenían la familia que querían. Se descubrió que una proporción muy alarmante de adultos no era capaz de hacer realidad sus intenciones de fecundidad.
Testimonios de personas jóvenes
Las personas jóvenes manifiestan, de forma abrumadora, preocupación e incertidumbre sobre su futuro y muchas prevén que este será peor que el de sus padres. Su preocupación por el cambio climático, la inestabilidad económica y el aumento de los conflictos mundiales se reflejará en las decisiones que tomen respecto a formar una familia.
Planificación aplicada a las familias
Se ha demostrado repetidamente que las soluciones que no giran en torno a la libertad reproductiva están condenadas al fracaso.
Nuestro objetivo no debería ser determinar las tasas de fecundidad, sino brindar a la población la información y los medios necesarios para decidir libre y responsablemente el número de hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el momento de tenerlos.
La verdadera solución a la crisis de la libertad reproductiva a la que nos enfrentamos es crear un mundo más equitativo, sostenible y solidario que apoye a las personas para que tengan la familia que desean.
Un mundo que podamos legar a la siguiente generación con orgullo.